29 de junio de 2006

Devaneos mentales (I)


Atocha. 8:30. Jueves

En un jueves cualquiera no hay diferencias, las caras son las mismas: Los ojos hinchados, la prisa, la mala leche, el café mal tomado, alguna risa y comentario que te sorprende (¡a estas horas y que carrete tiene la gente!).

Pero hoy no es un jueves cualquiera, un jueves de invierno, un jueves mondo y lirondo. No. Hoy es un jueves de finales de junio y en el andén las caras cambian, hay novedades, las actitudes son diferentes, los odios encubiertos mayores.

¿Por qué digo esto? Porque, para mi mayor desgracia, el andén donde se para mi tren –durante escasos minutos es de mi propiedad, mío y de los centenares de personas que se apiñan conmigo. Por derecho nos pertenece- es compartido por trenes de largo recorrido que, además, tienen destinos sugerentes allá en la costa.

El destino es lo de menos, lo que más me encabrona son esas mujeres, esos jóvenes, esas personas en general, con sus maletas y bártulos preparados, sus caras de relajo supremo y felicidad.

Tú que te levantas a una hora indecente por la mañana para ir a trabajar, con prisas, con mala leche, con un café mal tomado sales como los galgos del tren, a la carrera y, así sin avisar, te topas con una señora rubia y peinada de peluquería que arrastra con un ritmo caribeño, que te repatea el higadillo, una monísima maleta y que no te permite seguir con tu enfebrecido ritmo. Lo que darías por tener el poco corazón de derribarla pero no por que te moleste la pobre señora, no, es porque desearías ser tu la que arrastrara esa maldita maleta, la del ritmo caribeño, la que cogiera ese tren para irse lejos de lo que te espera en unos segundos; otro tren lleno de tristones inconformistas como tú.

Reconozco que lo mío es envidia, pura y malsana envidia, pero no puedo con esto. No puedo convivir con esos dos ritmos tan claramente incompatibles e injustos. Es cruel. Por eso, estoy por enviar una carta a RENFE para que tenga en cuenta esta guerra psicológica a la que nos impone diariamente en estas fechas.
Los trenes de largo recorrido, los de vacaciones, los que llevan a la gente feliz, que salgan de otro lado, lejitos, que nos dejen a los amargados trabajadores rumiar nuestra desgracia, que bastante tenemos.
Merche, alias "loquemejodemadrugardiosmío".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te esta quedando muy bien el blog. Enhorabuena!, aunque si como se suele decir, con buena picha bien se jode. Pues aquí podriamos decir, con buena pluma bien se escribe (que no mariposea...)
Pero por favor, amigos de Merche, dejen comentarios para que no tenga la sensación de estar hablando sola. Aunque estoy seguro que leerlo se lee...

Anónimo dijo...

Pues los amigos aquí estamos para animar y lo que haga falta.
En cuanto al texto, los trenes siempre han sido mi pasión, así que me parece una idea deslumbrante la de que comparar los estados de ánimo con la presencia ferroviaria. La cotidianeidad, lo rutinario, lo robado a los sueños (y al sueño) que encontramos en los trenes de Cercanías frente a la aventura, el inicio del viaje que encierra el tren que va a la costa. Me ha encantado esta observación, Merche. Es una paradoja vital. En las mismas vías se entremezclan los que empiezan el viaje y los que empiezan la rutina. Eso somos, un viaje iniciándose entre brumas de rutina. Besitos y enhorabuena por tu blog, Mer.

Avellaneda dijo...

Gracias amigos -a los que escriben y a los que no- por los ánimos, por leerme, por estar ahí.

Por cierto, yo el dicho que conocía era "Picha española nunca mea sola" pero bueno, hay que ampliar usos a tan maltratada palabra. :-). Gracias por el apoyo!!

En cuanto al tren, a la paradoja... es cierto Tamara, es así, la cara de la rutina se encuentra con la del viaje, con lo nuevo y esas dos caras pueden ser parte de una misma persona.
Otro texto interesante sería el de esa señora que se encuentra en el andén con su maleta, esperando al tren que le lleve -pongamos por ejemplo- a Almería. Está con una sonrisa de oreja a oreja, mirando irónica o bien con una actitud de com-pasión hacia el pobre currela... Mirándole, compadeciéndole, su alegría, su paz, su relajo... ¡¡¡SE MULTIPLICA POR MIL!!!
Vale si, ella ha cambiado la rutina por el viaje pero... ya volverá, ya! :-)

Anónimo dijo...

Muy bueno, me alegro de haber animado esto. Gracias Tamara por demostrar que esto se lee. Y a ti Mer por escribir.