17 de junio de 2006

Invitación

En el jardín se está bien, tranquilo, relajado. Cuatro amigos sentados en sillas blancas y metálicas alrededor de su mesa a juego. La sombra de un toldo a rayas azules y blancas nos protege del sol y también de los molestos pájaros y sus excrementos. Sobre la mesa una jarra de sangría y cuatro copas llenas.

Acabamos de aposentarnos para esperar el regreso del anfitrión que nos ha abandonado “un momento”, ha dicho.

Ninguno de los cuatro hablamos. No hay nada que añadir a ese silencio tan evidente. Nadie quiere romper ese raro hechizo de paz a media hora del mayor atasco del mundo.

El silencio, el olor dulzón y penetrante de flores abiertas, de los rosales, el zumbido de un negro abejorro, un pájaro del que ni se el nombre, un lejanísimo sonido de un claxon y… ¿una motosierra?

Abro los ojos y salto de la silla. Tras de mi un hombre grande, moreno y fuerte con un impoluto mono azul me mira, mientras sus grandes guantes amarillos sujetan unas tijeras de podar.

Mis amigos y yo estamos rodeados de caos. La sangría está llena de serrín por que están talando el árbol bajo el que nos hallamos.

A pocos pasos la rosaleda yace deshecha sobre un montón de terruños revueltos por ¡una escavadora!

Verdes ramas saltan sobre nuestras cabezas sin que podamos movernos. Somos como estatuas en medio de las obras. No hablamos, no nos movemos. Solo se oye el ensordecedor ruido de la motosierra, el sonido de los operarios trabajando. Sus bocas se mueven pero no consigo oír lo que dicen.

Miradas desesperadas entre nosotros y hacia la puerta del salón por donde se fue nuestro común amigo.

Una vibración en el bolsillo de mi pantalón vaquero consigue sobresaltarme aún más. Es mi móvil. Tapo mi oído derecho para escuchar al otro lado la carcajada del dueño del vergel destrozado.

Cuelgo totalmente desconcertada para comunicar a las interrogadoras miradas de mis amigos que para el año que viene estamos invitados en ese mismo lugar a la inauguración de su piscina.

1 comentario:

Avellaneda dijo...

En este caso, el relato surgió por otra propuesta: Imaginaros que un amigo os invita a su casa, se ausenta un momento y en su ausencia, acuden a la casa un numeroso grupo de operarios del ayuntamiento que pone todo patas arriba..."
El resto, lo pones tu... ufff ¡sudas la gota gorda para encontrar el hilo de la historia! :-)