28 de enero de 2007

Mujer de negro

Las olas de su vestido negro
acariciaban sus tobillos
mientras avanzaba
por el pasillo solitario .

Pasos decididos
que sonaban a sentencia.

Alisó su ropa de domingo,
tensó sus brazos,
cerró los ojos.
Unos segundos
sus manos aferradas a la manivela.
Aspira el olor
a futuro incierto
abre la puerta
hacia su nueva vida.

La luz de su nueva verdad
pareció cegarla un momento
como si quisiera asustarla.
Pero ella prefería
la inconstancia de la luz
a la transparencia
de la mentira.

1 comentario:

Tamara dijo...

Deslumbrante final...¡¡¡me lo quedooo!!
Me gusta me gusta me gusta me gustaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...¡me encanta el poema!
No se me ocurre nada que decirte que esté a la altura, así que te doy la enhorabuena y me vuelvo a leerlo otra vez.
Magistral.