3 de noviembre de 2007

De cómo el bardo de corazón / murió de un ataque de iluminación





(o de cómo nació el cantautor)






El bardo se quedó sin tono
para cantar batallas, relatar historias
de justas, de amores, de reyes.
Un día, si previo aviso,
sus poemas enmudecieron de pasión
No olvidó las notas
pero se vaciaron sus palabras
afeaba sus ritmos la falta de emoción.

La corte sentía pena de su desdicha.
El sonreía a su condescendencia
lágrimas provocaba su vacío.
Amores contados por todos
acudían a sus oídos
pero no llegaban a poesía.
Tanto lo intentaron,
despertar su creación,
que inventaban.

Y al invento acudieron
Adalberto y Genoveva,
dos personajes
intangibles, etéreos, perfectos.
Un hombre bello, apuesto, bueno
aguerrido, sensible y seguro.
Una mujer alegre, graciosa
bella, ganas de servir,
casarse y tener hijos.

Allí en la tierra del bardo
se conocieron y estrecharon amistad.
Fue muy nombrado el momento
de su encuentro
Un día de mercado
ella posó los ojos sobre él
él sobre ella.
Todos los que los vieron
apartáronse
para facilitar su cercanía

Son sus manos tambores
sobre la curvatura de su cadera.
La música del día
cimbrea su esqueleto
y al compás, el amor inventado,
acrecienta la fantasía.

El bardo abre sus oídos
se impregna de cada minuto relatado
como si recobrara su don.
El pueblo le cuenta que Adalberto
pidió el trozo de cuello de Genoveva
el que esconde bajo su lóbulo
Genoveva se lo ofreció
a cambio de su dedo meñique
y del roce de sus labios en la sien

En el mercado, la conversación
era seguida por muchos
sorprendidos, curiosos.
Contaban que el padre de Genoveva
interrumpió abruptamente
ese baile irreal
arrastró a Genoveva, al ser ya vacío
porque todo lo que importaba
estaba en los dedos de Adalberto.

El caballero buscó todos los días
a Genoveva sin éxito
mutaba su rostro a una mueca
de perpetuo dolor.
Genoveva también languidecía
presa de una angustia sin parangón.
Su padre era ciego a los suspiros
sin consuelo
prohibió a los miembros del hogar
hacer caso a sus súplicas.
Ese chico no te merece, Genoveva,
no tiene oficio ni artificio,

solo posee palabras bonitas

con las que ha poseído tu sombra


Genoveva asiente apenada
reconoce su mal
sabe que no hay más cura
que lo solicitado a su amado
Solo el roce de sus labios
en la piel suave de Adalberto
le devolverá la vida.
Pero no puede desobedecer
al padre equivocado.

El bardo escucha en silencio
asintiendo en cada frase
sin pronunciar palabra.
Los que lo relataban
animados por su mutismo activo
aumentaban el amor
de Genoveva y Adalberto
hasta hacerles amantes celestiales

Bardo no quiere decepcionarles
piensa en cantar
los amores imposibles
de Genoveva y Adalberto
con el mismo afán
que veía en los ojos chispeantes
de sus conciudadanos.
No quiso contrariar
la necesidad de creer mentiras
las que a él provocaron su mutismo

No fue enfermedad, amnesia, dolencia
fue descubrimiento.
Su Genoveva no era intangible
se llamaba Rebeca,
trabaja en su hogar
mientras él compone odas.
Mujer risueña, con la belleza
propia de la sinceridad,
carnal, deslenguada,
con chispa, alegría.
El bardo se sorprende
mirando su rostro
le despiertan y activan
las lacerantes puyas de su asalariada
y los poemas escritos
cambiaron.

Ya no gustaba de flores,
linos, almas, pureza
si no de labios, cuerpos,
pechos, sonrisas,
precios de carne y verduras exorbitados
palizas de patrones canallescos.
Ella fue la razón de su silencio
sus poemas no eran ya
políticamente correctos.

Frente a sus vecinos
el bardo quiso agradecer sus esfuerzos
volver a cantar
las historias de amor,
de reyes, de batallas y justas
a aquellos que le esperaban.
Les convidó a una actuación
frente al rey, en sus tierras,
un sábado tras pantagruélica comida
Allí acudieron los mejores,
los elegidos, los felices
y le contaban que Genoveva,
presa de una honda pena,
moría de amor
y que Adalberto se encerró, loco.

Bardo mudo, sonriente
saludaba a todos
agradecía sus palabras
e incluso sus inventos.
Templaba cuerdas
de la cítara
de su garganta.
Comenzó con su canción
más conocida que corearon todos,
achispados por el vino.

No era disfrute lo que sentía
vacío más bien que se afianzó
al coincidir su mirada
con los transparentes ojos
de su Rebeca.

Carraspeó al final y pidió palabra
El monarca se la cedió.
Con decisión miró a los presentes
para decirles:
A Genoveva y Adalberto dejémosles
con su amor imposible.

No podemos desde aquí

ablandar un corazón paterno

que no existe.

Permitidme pues

que os cante
un poema propio


Todos aplaudieron
su nuevo despertar y
ansiosos escucharon

En el reino que nos encontramos
canto día tras día historias
que nos hacen disfrutar
de falsas penas y alegrías
por no ser las nuestras

Pero hoy canto a las curvas
de la mujer a la que pertenezco
esa cuyos labios sedientos
claman justicia
por un pan más barato
por nómina, pago de horas extras
seguridad social y vacaciones

Rebeca madre soltera
reivindica la paridad
la conciliación de su vida
laboral y familiar.
Ella despertó mi alma
llena de falsedades
y tules decorativos
me hizo recuperar
las ganas de cantar
alto, claro y con fuerza.

Rebeca posó su boca abierta
sobre el cuello cansado
de tantos cantos
despertose un alma noble
que mintió durante años
sobre el amor etéreo
sobre luchas regias injustas
Ocultando bajo lo artificialmente bello
la verdad del hambre
del elevado precio del pan
Canto hoy, además,
a la rutina de una arruga
al pelo alborotado, al ronquido
a la risa escandalosa
a la pereza tras la comida
a la sombra del cansancio
bajo verdes ojos claros
no quiero cantar más
a gacelas, doncellas, gestas y justas
todo eso vacía mi alma
Hay cosas más reales que gritar
os pido a vosotros
absortos oyentes
que escuchéis el rumor
que sale tras las odas
de amor falso
para que cantéis conmigo
lo que os acompaña
frente al espejo


Aquí muere el bardo
ser vacío de contenido
lleno de
floritura
Muere por el ataque
de la iluminación
de lo que importa.

Pero no se preocupen
muere para nacer de nuevo
como intérprete de la esencia.
Llámenme incendiario
bolchevique,
subversivo idiota
Pero prefiero
el rol de cantante
autor de mi propia vida.

6 comentarios:

Tamara dijo...

¡Y cómo ha ganado el bardo con este cambio! Adalberto y Genoveva son muy aburridos, tanto suspirar y padecer de amor...sin pillar cacho..¡¡viva Rebeca madre soltera!! Y viva tú, Merche, que eres como el bardo, que te pringas, tocas fondo y te sublevas, sufres, vives, amas, luchas y te entregas.
Vaya poema, Merche, te ha quedado regio, como diría una común amiga.
;-D

txanba dijo...

el bardo cantó y sigue cantando, el recorrido que se hace en cada versos, estrofa, es genial. y el final, no importa cómo le llamemos, pero lo importante es que siguen habiendo canta utores.

un abrazo.

nerea dijo...

Pobre... bueno... que voy a decir yo... que estoy más acostumbrada a las relaciones que acaban mal que a las que acaban bien (principalmente porque ninguna ha terminado bien...) así que... Pero oye, no pierdo la esperanza que eso acabe alguna vez.

Muy bonita!

Besicos!

nerea dijo...

Bien... Que no he terminado la frase... No pierdo la esperanza que una relación acabe bien algún día... o bueno, que no acabe.

¿Qué tal el puente?.

Besicos

AnaR dijo...

Casi, casi, me levanto y aplaudo.Aunque lo hago , de alguna forma.Maravilla de texto,Avellaneda.Como vas hilando las estrofas cual trovadora...Y, sin embargo, a pesar del contenido y la concienciación de los cantautores, a veces que bueno sería la aparición de algún bardo que cantase y contase la belleza de lo inútil...

Maravilloso.

Un abrazote

Anónimo dijo...

Hola my darling aquí estoy nuevamente, de pie al cañón, ha pasado tiempo pero eso no importa pues tus escritos son atemporales..
Vengo con el corazón lleno de haberme "zampado" el blog de Tamara, a llenarlo más aún con el tuyo, como el corazón es un músculo, queda mucho espacio para Avellanada.
Me a gustado mucho tu poema, y el Bardo es !!un campeón!!
Un beso.M-