4 de junio de 2009

House, Aurreko House

Este relato es ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Y yo creo en las coincidencias
:-)

Vivo en un mar de dudas. Creo que me he enamorado. He conocido a alguien especial, alguien que me ha hecho sentir cosas que nunca he sentido por otra persona. Un hombre que me altera ya no solo con su presencia, ni con el halo que deja tras de sí, si no que me trastorna con el solo anuncio de su aparición.

Lo vengo observando desde hace varias semanas y este sentimiento ha ido creciendo día tras día. Puede que sea por cómo me ignora, o por esas miradas escrutadoras que me dedican sus expresivos ojos azules. Me dejó prendada su profesionalidad oculta tras una aureola de genio, su manera de andar, su desparpajo innato… no lo sé, pero desde que le conozco ya no soy la misma.

Todas las mañanas espero ansiosa ver aparecer a ese hombre alto, de una edad imprecisa, con su melena despeinada y un rostro desigualmente trazado. Lo parapeta una nariz amplia dispuesta en diagonal, unos labios gruesos con un gesto de un perpetuo beso no dado y sus ojos ¡ay esos ojos que descubrí el día que me miró! azules como el mar Cantábrico, inteligentes y algo pícaros, unos ojos que se esconden tras dos poderosas cejas. El cuerpo grande siempre vestido de blanco y una bata que cae sobre sus hombros con seguridad pero con la amenaza de salir volando en cualquier quiebro que haga al andar.

En mi mundo particular y cercano le llamo House, Aurreko House, porque sí, es médico, el mejor arreglador de techumbres humanas que ha parido la tierra donde nací. En lo suyo es el número uno, todo el mundo lo dice y puedo atestiguar que así lo es porque en estos momentos trata de curar la cabeza de un ser que es para mi el más importante. Y por ello le estaré eternamente agradecida.

Pero no es por eso por lo que creo que me he enamorado, aunque bien puede ser una de las razones, que ya se sabe que el agradecimiento puede confundirse con el amor. Pero no, es su forma de ser la que me vuelve loca.

Ya he dicho que este hombre me ha hecho sentir cosas que nunca sentí antes por nadie. Me pongo nerviosa, respiro aceleradamente, estoy pendiente de cualquiera de sus gestos, y cuando tengo su atención, cuando tiene a bien recibirme, quiero decirle tantas cosas en tan poco tiempo que solo logro hacerme comunicar con pocas frases. Y es que este ser de otro planeta ignora todas estas minucias humanas. Siempre va como si el mundo no fuera con él y cada día que me honra con su atención me deja una sensación de abandono, de anonadamiento, y termino aturdida en medio del pasillo.

Hasta ahora he tenido más rechazos que atenciones por su parte. Cuando me he acercado decidida, eliminando mi sonrojo y mi zozobra hacia él, alzaba su fuerte y certera mano y sin mirarme siquiera decía “No, no, no, noooooooooooo, no puedo, no puedo que tengo que ir al quirófano” mientras el dobladillo de su bata desaparecía en el ascensor.

Pero hoy me ha mirado, hoy que he decidido ignorarle, pagarle con la misma moneda, me ha mirado. Se ha acercado hacia la habitación sin dedicarme una palabra, ha ido a ver a su paciente y cuando salía he conseguido decir algo así como “Quiero hablar con usted”. No sé de donde he sacado el valor porque la fuerza que invertía para mostrarme indiferente se desmoronó al captar su atención. Su ojo derecho fijo en mi frente me ha procesado y su boca, dejando el gesto de beso en el aire, ha emitido las siguientes palabras “Muy bien, muy bien, hábleme pero mientras caminamos por el pasillo”.

Ha sido un momento mágico. En los 50 metros que nos separaban del ascensor hablaba con él manteniendo su interés, sintetizando toda la información que quería que me aclarase en escasos segundos y todo eso mientras seguía la esquina derecha de su bata blanca ondear por el pasillo azul celeste como sus ojos.

El resultado de su respuesta ha sido decepcionante la verdad pero me ha llegado tan hondo que su genial porte, su gran persona, me dedicara unos segundos…

Todos estos pequeños momentos, los rechazos, las parcas palabras, la manera que tiene de torturarme con desmanes y desplantes, esa personalidad de genio al que se le perdonan todas las excentricidades, hacen crecer en mí este sentimiento que me tiene confundida.

En serio, creo que me he enamorado pero a veces tengo dudas. No sé si lo que palpita dentro de mí es amor, admiración y necesidad de captar su atención o lo que realmente deseo, lo que crece en mi fuero interno son unas irrefrenables ganas de… darle una patada en sálvasealaparte.


9 comentarios:

Alba Beyond dijo...

yo quero verlo!!!!! que tengo curiosidad^^ Prometo no asustarlo

¿se merece tanta letra?

raindrop dijo...

Mecachis con las relaciones personales... cómo se pasa del amor al odio en un instante :P
(de todas formas, a mí los asuntos de los médicos me dan repelús, que uno nunca los visita por gusto... y por eso no entiendo que al dr. House lo pinten tan borde, que te quita las pocas ganas de que te haga un reconocimiento :O)

besos

Por cierto, ¿qué significa "aurreko"? Lo busqué en un diccionario del internete éste y me decía "antepasado" y cosas por el estilo (¿?)

Avellaneda dijo...

Bueno Beyond, cuando quieras te presentas a Aurreko, seguro que le dejas impresionado :) y no sé si merece tanta letra pero ¿sabes cómo me quedé yo después de escribirlo? uffff fue genial! Un besazo guapa

Pues no sé Rain el House de la tele es un producto para vender y mola un ser borde y canalla pero claro, si te toca como el médico de un familiar pues la cosa cambia... és el mejor pero uffffff

Y lo del nombre pues es un juego de palabras, efectivamente Aurreko es antepasado y es parte del apellido de este insigne neurocirujano. Pa más datos si tienes curiosidad ya usaré el mail no siendo que lea esto y me demande!! XD

Un beso

Tamara dijo...

Como te he dicho hoy, me tronché leyendo el post. Destila ironía de la buena, está muy bien escrito, y es totalmente tronchante. Porque en casos así, o descohonarte o matarlo, no hay más opciones. Y claro, a estas alturas, pasar la vida en la cárcel como que no...;-D
Es curiosa cómo se confabula la vida para dotarnos de talentos médicos de tal calibre, pero con tan nula capacidad para empatizar y atender con humanidad. Da alivio al que sufre, pero no se lo sabe explicar.
Complejo el tema...como no vamos a lograr entender nada, mejor nos seguimos riendo, ¿verdad?
Me alegra que la escritura te ayude a exorcizar miedos y fantasmas, guapa.
Besitos.

julio dijo...

Yo es que soy un poco tonto para saber distinguir entre la realidad y la ficción :(

Un abrazo

Avellaneda dijo...

Este relato, descarga, cuento, confesión... no sé ni como catalogarlo ha sido una manera de desahogo, de poner en clave de buen humor los días que llevo en el hospital con mi madre y la experiencia de "tratar" con su médico. Me ha quedado un tanto personal lo sé, pero bueno, es algo que quería sacar de alguna manera.

Tamara, tu que me has escuchado tanto sobre esta situación sabes de lo que hablo :-)

Julio, por tí voy a poner una pequeña anotación aclaratoria :-p

Besos a tod@s

AnaR dijo...

Pues has creado, desde tu experiencia personal una parodia sutil,llena no solo de ironia sutil, sino cierta sorna, jocosidad que viene muy pero que muy bien en momentos asi...
Un abrazo guipuzcoano.¡¡Ah!! y he deducido el nombre, me lo guardo por si algún día me toca...

Besos

Avellaneda dijo...

Ay Ana pues espero que no tengas que necesitar sus servicios nunca! pero si así fuera que sea él el encargado, si, porque es muy bueno en su trabajo... Ahora, eso sí, no le pidas empatía, amabilidad, buen rollismo, puede que lo tengas algún dia eh? que tiene días tan variables como los de este tiempo que tenemos en el norte
Yo sigo acumulando sensaciones, como la de hoy cuando, mirándonos a los ojos ha dicho "Me teneis miedo o qué?" Si es queeee, es único!

Un beso bilbaino que son más gordos jejejeje

EL INSTIGADOR dijo...

Cuando amas a alguien, puedes estar confuso, pero nunca he dudado entre darle un beso a una mujer o una mano de hostias. Te lo aseguro.

Muy bueno.. jeje.

Besos