14 de diciembre de 2009

Verborreic Woman



Todos los hombres son unos asquerosos, van a lo mismo. Cuando no le funciona el asunto en casa están buscando a otra. De verdad… conocí a una mujer, déjame decirte, que su marido, un cabrón, no se le puede llamar de otra manera, un día vino y, déjame decirte, tenía algo pegado a la camisa. Le contó que al andar se tropezó con una mujer que llevaba eso pegado en la blusa y que accidentalmente se le pegó a el. ¡Pero no era cierto! No, ¡había estado con ella toda la tarde!

¡Ay hija! Me decía ella, ya he pasado antes por esto, con otros tres ¡me ha pasado lo mismo! Lo que yo te digo, ¿los hombres? ¡Son unos sinvergüenzas!

La mujer que es mujer lo es siempre, déjame decirte, pero las hay que… ¿ves a ese que está ahí en el portal? Está con Mabel. Si mujer, ¡esa que lleva ya no sé cuantos líos con hombres! Pues si mujer, déjame decirte, si, ya hemos hablado un rato eh? Y mira yo, la verdad, que no me gusta nada andar con chismorreos. No. Yo bajo, hago la compra y, déjame decirte, me subo a casa y ¡que la gente, déjame decirte, haga lo que quiera!

Que me alegro de verte bien, siempre le pregunto a tu marido. Yo ando con unos dolores… ¿y qué quieres? Hay días que me levanto la mar de bien y, déjame decirte, luego empieza un dolor que no hay quien lo aguante…


Ella, mujer de edad avanzada, bajita, redonda, con las cejas finamente pintadas en un cutis de porcelana, es peligrosa. Ahora lo sé. Verborreic woman comienza con estas palabras una charla interminable. Parece una conversación pero es un monólogo cruel que no puedes cortar. Es imposible. Como una araña dialéctica te va atrapando en su fina red de chismes y aseveraciones categóricas, normalmente, sobre el género masculino.

Creo que sus superpoderes le llegaron al enviudar. En ese momento descubrió que nunca tuvo una caricia bien orientada, bien propiciada sino solo obligaciones y deberes que cumplir. Su matrimonio careció de conversación y cuando su marido murió, “déjamedecirte”, los cambios surgidos crearon un ente lleno de palabras, sacos de palabras, momentos de soledad y una amargura por desconocer una relación humana y pasional.

Teje y teje frases y es imposible dejar de prestar atención a esas cejas perfectamente pintadas y al cutis brillante que utiliza como hipnótico. Al cabo de un rato despiertas del encantamiento y vas avanzando para dar por concluida su conversación imparable. Pero Verborreic woman es astuta, con un movimiento preciso te agarra del antebrazo y suelta perlas y preguntas pretenciosas como “¿Y tu estás casada? ¿No tienes novio? Haces bien, mejor sola, si es que los hombres… ¡mejor colgados!”. Ganas me daban de replicar que entonces solo nos queda casarnos y acostarnos con mujeres, pero no quería provocar a la señora un ataque de apoplejía en plena calle ni que mi madre, a la que acompañaba, sacara la fuerza suficiente para darme un capón.

Pienso en el porqué de tanta amargura a los 70 y creo que no lo descubriré nunca, quizá si llego a esa edad sin dar importancia a lo que verdaderamente la tiene. Esta reflexión la he oído en más ocasiones de boca de mujeres en esa llamada tercera edad. Intento dar con la clave pero no soy capaz.

Siempre me ha llamado la atención la pérdida de tiempo en discutir sobre las diferencias entre hombres y mujeres. También tuve mi época de entrar en esas inútiles disquisiciones pero hace tiempo que desistí de buscar las diferencias y fue porque decidí ver al hombre y a la mujer como personas sin género y sin orientación sexual. Con la orientación política me cuesta más hacer ese ejercicio pero espero lograrlo algún día.

Por eso me sorprende este tipo de declaraciones sobre los hombres, esa visceral animadversión. Más que sorprender, me apena que las mujeres como Verborreic woman se hayan perdido vivir la pasión, disfrutar de los abrazos, de las muestras de cariño porquesi. Se van cerrando como ostras y el resentimiento que guardan explota a la mínima de cambio. Puede ser que viertan sus frustraciones en el juicio de otras vidas, se rebelan cuando alguien disfruta de momentos, para ella, políticamente incorrectos, aunque son los que la vida nos ofrece sin pedir nada a cambio más que eso, vivir. No son malas personas, solo el resultado de cumplir una programación personal autoimpuesta y arrepentidas de no haber roto con ella.

El ejercicio de retirada sin víctimas parece que está dando su fruto. Hemos avanzado dos pasos y he conseguido soltarme de su mano. Con un “Pues nada, ale, a seguir bien” conseguimos zafarnos de su red de palabras y de sus miradas escrutadoras que estremecen. Cuando me quiero dar cuenta, tengo agarrado el brazo de mi madre con fuerza, como buscando cobijo aunque soy yo quien la sujeta y no puedo evitar un comentario “Mamá, esa mujer da miedo” Ella se ríe y me hace comprender que la próxima vez tengo que hacer caso a esos pellizcos intencionados en el brazo para acelerar el paso y evitar cualquier contacto con Verborreic woman o similares.

5 comentarios:

raindrop dijo...

Hay un capítulo muy bonito en Le Petit Prince, en que el Principito le pregunta a una flor, en medio del desierto, que dónde se encuentran los hombres. El texto sigue:
La flor, un día, había visto pasar una caravana:
- ¿Los hombres? Existen, creo, seis o siete. Los he visto hace años. Pero nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento se los lleva. No tienen raíces y eso les molesta mucho.

Bueno, pues hay personas como esta flor. Que porque un día un hombre les hizo algo, entonces tooooooooodos los hombres son unos capullos. O porque un extranjero cometió un delito, entonces tooooooooodos los extranjeros son unos delincuentes. O porque un día... (ya sabes)

Yo, por sistema, huyo de personas con este tipo de conversaciones. Nunca construyen, sólo destruyen.

besos

Avellaneda dijo...

Si, si Raindrop también intento huir de ese tipo de gente pero no has visto ese cutis pordios! es que era imposible no parar de mirarlo! XD.

Hay gente que busca a los culpables de sus propios errores echando mierda para fuera. Siempre pienso que bastante tienen con lo que tienen...
Besos!

Belén dijo...

Muchas veces eso de querer al equivocado es culpa de la víctima... no siempre, pero si muchas veces...

besicos

Sib dijo...

Has retratado perfectamente un tipo de mujeres (ellas se creen muy "de hoy") pero a mi juicio están algo gagás... sueltan sin mucho juicio, y sobre todo osan en juzgar generalizando y eso es un enorme peligro...
Yo como dice Rain intento huir de esas conversaciones que nada me aportan....
Besos.

Avellaneda dijo...

Pues quizás tienes razón Belén no sé, antes creo que vivían la vida como una sucesión de cosas "que hay que hacer" caiga quien caiga y nada de salirse del tiesto y cuando pienso eso me dan muchísma más pena esas mujeres porque nunca sabrán lo que se perdieron. Bss

SIB también intento huir de ese tipo de personas pero, como dice una amiga mía, pueblo pequeño, infierno grande!
Un beso!