8 de septiembre de 2013

RECETA



La percepción de los momentos depende
de los gramos de entusiasmo con que se vivan.


Las ruedas del entusiasmo funcionan
si están engrasadas de sonrisas.


Las sonrisas fluyen
cuando el juicio deja huecos libres.


Los huecos de ese juicio
son el hipo de la racionalidad.


La racionalidad se embrutece
si se espesa.


Los grumos en la mente
enquistan las opiniones
que deben fluir libres.


La masa de la conciencia fermenta
cuando reposa durante cierto tiempo;
no mucho para que se olvide,
ni poco para que se pierda.


Una cocción exagerada
hará que se queme nuestro interés
pero una que sea corta
dejará la masa inservible.


Hay que conocer bien los tiempos
amasar con mimo nuestra conciencia
dejar al azar los huecos
y preparar la mezcla precisa
que nos alimente
de las emociones intactas.

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