¡Bien! Ya está aquí el veranito y con él la sinsorguez y la poca vergüenza. Esa que te hace llevar -sin miedo al ridículo- unas bermudas que en otro momento no te pondrías ni hart@ a vino de mesa pero con las que te sientes de l@ más ... fresc@.
Que hay que decir claramente que el verano democratiza o más bien, funde los criterios del buen gusto. No me neguéis que no habéis tenido la sensación de estar monísim@s con la piel semibronceada, las blusillas vaporosas, los nikis originales, los pareos y cuando veis las fotos del verano ¡queréis moriros!. Vale, estamos más guap@s con la piel morena que con ese tono blancuzco que traemos el invierno pero...
Que hay que decir claramente que el verano democratiza o más bien, funde los criterios del buen gusto. No me neguéis que no habéis tenido la sensación de estar monísim@s con la piel semibronceada, las blusillas vaporosas, los nikis originales, los pareos y cuando veis las fotos del verano ¡queréis moriros!. Vale, estamos más guap@s con la piel morena que con ese tono blancuzco que traemos el invierno pero...
En fin, esta pequeña ganso-introducción es porque me apetecía una sinsorguez, desengrasar el blog y publicar una nueva entrega del Oído y Captado y, sobretodo, para seguir con la risa que, eso sí que está científicamente probado, nos queda tan bien.
Este Oído y Captado, en mi opinión, va cargado de mucha mala leche.
¿Cómo traumatizar a un niño de 8 ó 9 años en pocos segundos?
Una madre (mantengamosla en el anonimato):
"No te preocupes tanto por ese remolino en la frente cariño, se te quitará cuando te quedes calvo"
¡Oleeeeeeeeeee! ¡¡Viva esa sinceridad que solo puede salir de una madre!!