29 de octubre de 2006

PoeBroma










Dedicado a esos amigos que me llamaron “mayor"

Hace calor hoy.
Extraño otoño éste
que nos regala días de lluvia
y otros de verano engañoso.
Abro mi congelador
para sacar de su envoltorio azul
mi fresca recompensa
ese sabor suave,
no muy dulce
entre 2 galletas.

Recuerdo cada situación
en la que mis labios
han saboreado la blancura fresca,
mi lengua ha recorrido su contorno,
mis dedos se han pintado
de un marrón afable.
Terminaba mi helado de nata
relamía mi disfrute
acabando por chupar mis dedos
para quitar el resto de pasta blanda.

Fue el helado de mi infancia
que aún me acompaña
como todo lo bueno
como el recuerdo terco.

No es afán de no cambiar,
es necesidad de recrear
las buenas ocasiones.
Hay otros helados,
otros sabores
pero el sándwich de nata
pertenece a una esencia inquebrantable.


Pido desde aquí
de ésta manera jocosa
que se unan a mí
los que disfruten
de este dulce supremo,
nuevos adeptos a mi club
de mayores defensores
del placer blanco, sencillo
entre dos blandas galletas.

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22 de octubre de 2006

Felicidad momentánea

Ha entrado en el vagón de metro a trompicones, junto con otras 10 personas más, todas por la misma puerta, como si tuviera premio. Aprisionada, sobada, acalorada, intenta llevar su pensamiento a otro lugar pero se detiene en la mujer que está sentada a la altura de sus rodillas. Es una mujer de unos 45 años, melena rubia sujeta en una coleta, lleva una camisa blanca de manga larga y un pantalón negro. Aparta la mirada y la reparte a su alrededor, buscando no sabe muy bien qué. Ve a un chico joven escondido tras sus cascos, intentando parar los movimientos de su cuerpo al ritmo de la música apagada que oyen todos sus compañeros de viaje.

Unas paradas más y el vagón se va vaciando, quedando libre el asiento frente a la mujer rubia. Ahora la puede ver mejor. Sus ojos están mirando al techo de una manera intensa, en un gesto inequívoco de contener las lágrimas. Lo sabe porque ella ha vivido alguna vez esa situación, estar al borde del llanto negándote a hacerlo delante de todo el mundo, pero sin poder evitar pensar en eso que te hace llorar. Algo así como la historia del oso polar y Tolstoi.

¿Qué hacer si ves una situación así? ¿Miras a la mujer de manera compasiva? ¿Intentas esquivar su mirada? Más bien buscas la razón de ese llanto contenido, qué puede haberle ocurrido, si es un llanto de un amor no correspondido, si será por la pérdida de un ser querido, quizá la han despedido…

A su lado se ha sentado otra mujer más o menos de su edad, morena, pelo corto, algo gordita, vestida de negro y con una gran sonrisa. Coge la mano de la mujer contenida que da un respingo

- No se preocupe señora, debe usted llorar sin miedo. Aguantar las lágrimas es reprimir lo malo y quedárselo dentro, déjelo que salga fuera, que se vaya. Una vez leí en una novela que llorar elimina toxinas, y que por eso las mujeres vivimos más que los hombres

Una risa generalizada, suave y musical brotó alrededor de la escena y la mujer del llanto contenido apretó la mano de su interlocutora, cerró los ojos de donde brotaron 2 enormes lágrimas hasta su barbilla.

Siguiente parada. Las puertas se abren y del vagón bajan varias personas con los ojos acuosos y una sonrisa de felicidad momentánea.

Golpe de estado

Recuerdo de tu sonrisa,
derrumbe de mi mundo,
suspiro para acercarte a mi piel
pero ya no existes.
Te has evaporado
diciendo mil veces adiós
oyendo simplemente tu espalda.

Se que me quisiste
un microsegundo en tu vida
el resto lo hice yo
para siempre, aunque te aleje.
Vi tu rostro en el vagón
a 5 metros escasos del mío
pero no eran tus ojos, ni tus pecas.
No existes aunque lo hiciste
pleno, completo y lejano
todo un hombre para mí.
Ahora se deshizo tu cuerpo
queda una esencia que
me sigue estremeciendo.

No comprendo cómo
puedes ser tan fuerte
cuando ya desistí de amarte
¿Porqué esta sensación
tiene más poder
que mi decisión de alejarte?
Si al amor, al deseo,
le das poder
son capaces de dar

un golpe de estado.

Han llegado a mi trono
aun teniendo al mundo en contra.
Nada de lo dicho, de lo planeado,
de lo querido, ha podido con ellos
¿Hasta cuando van a controlar
mis sensaciones? Lo desconozco.
Pero sus descargas, sus estatutos,
sus leyes me perturban
sin ser capaz de hacer nada.
Ahora me encuentro en la resistencia
para derrocarte

e instaurar mi propia esencia
poder seguir respirando

sin sentirte.

Nunca, en mi vida,
pensé que un beso
pudiera tener tanto poder
pero me recuperaré.
Quiero volver a amar,
quiero sentir todo esto
que mis dedos hagan sentir
en otro cuerpo lo que siente el mío.

Una vez derroque este gobierno ilegal
instauraré un sistema de libertad
y me arriesgaré
a volver a perder el control.

Julen

Sueño con los ojos abiertos,
éstos que te vieron de pequeño,
que estas frente a mi.

Te ríes, me haces burla
y yo sonrío contigo.

Tú me haces bien
aun cuando no te vea.

No recuerdo el ovalo de tu rostro
cuánto mides
el tono de tu voz
tu personalidad incipiente.

Seguro que no recuerdas
el hueco de mi hombro
cuando, de bebé, apoyabas
tu barbilla y me derretía.
Es amor lo que tengo
todo para ti, para cuando quieras.

Estamos separados
pero te tengo, me tienes
aunque no lo sepas
siempre, aún sin palabras
lejos, casi inexistente.
Soy para ti y espero
que algún día
seas por ti y te muestres.

Te quiero
sin saber como eres
como serás
sin importarme
no ser nadie.

Algún día nos perdonarás
la estupidez, el egoísmo.
Sé que por ti todo se acabará
lo que nunca debió haber empezado.

8 de octubre de 2006

Evidente

¿Sabes?
He descubierto algo
evidente
claro
rotundo
cierto
tan real como tú

He descubierto
lo que te cuento
lo que he venido a decirte
te quiero
te amo
te comparto
te complemento
me completas
me rellenas

No sabría decirte
qué soy
solo sé
que soy más contigo
y que conmigo
eres la misma.
Somos dos personitas
completadas
ahora
antes
siempre.

El cielo que nos cubre
el sol que nos alimenta
los ojos que nos miran
las deudas que nos absorben
los besos que nos quedan
los amigos que nos quieren
los proyectos que esperan
todo es nuestro
es parte de ti
tu eres parte de mí

Somos los dos



Morada hermosa, Hola cariño, Me despiertas y éste último Evidente, son poemas para mis amigos Tamara y Enrique que saben lo que es quererse y querer.

Me despiertas

Despiertas en mí
sensaciones que conozco
pero que a la vez
son nuevas

Haces magia con tus manos
tus palabras me hacen reír
tu vida me apasiona
y te contagia la mía.

Eres amor, alegría,
sencillez, complejidad
terquedad y mal humor

Te quiero con los ojos cerrados
sin afeitar, sin peinar
con tu testarudez
tu sonrisa, tu ironía
te quiero así
con tus perfecciones
que no pasaron
las normas de calidad.

Quiéreme a mí también
tal y como lo veo en tus ojos
solo con eso me conformo
porque me gusta lo que veo
me gusta reconocerme así en ellos

Pido a quien deba ser
que todo se mantenga
y que si debe cambiar
sigamos reconociéndonos
en los ojos del otro.

Hola Cariño

Hola cariño ¿qué tal?
Una sola pregunta
transmite todo lo que se ve
y lo que no se dice

Un par de dos
un amor, una amistad
un proyecto, un presente
un rincón, un mundo
un te quiero, un lo siento
una risa, un lamento
una incógnita, un camino
una duda, un recuerdo
un aquí estamos
un qué te ocurre
un no te preocupes
tranquilo, estoy aquí

Comenzó en un curso.
Formación de noveles
curso de irse conociendo
líneas paralelas
que sin ciencia necesaria
se cruzaron, se reconocieron
y se amaron.

¿Qué tal estás? Un beso
y la carga de dos
es media
¿Cómo te fue? Y lo que digo
es un te quiero
con el silencio de la mirada.

Pareja de dos universos
en un mundo de locos
Pareja de orates alegres
que comparten su locura
que contagian, contaminan
y terminan sonriendo
sin saber porqué
sin querer saberlo
dado eternas gracias.

Morada hermosa

Morada hermosa
la que llega desde donde estás
en ese lugar quiero quedarme
donde hagas hogar no me apartaré

En la esquina de tu sonrisa
he colocado mi primer ladrillo
Ha sido fácil reconocer
el mejor lugar para vivir

Un aliento de amor comienza
es una brizna que de la amistad se escapa
argamasa de futuro lo llaman.
La obra sigue en pie, hermosa
todo se levanta en torno a los dos

Es complicada la obra, pesada
pero a veces tu mirada
reparte luz, coloca puertas, ventanas
y lo que parecía un lugar frío
se convierte en el mundo
que un día soñamos
el universo que iniciamos y es nuestro.

Seguiremos los dos,
construyéndonos.

1 de octubre de 2006

Escena Familiar

- No la dejes ahí, me molesta.
- Siempre te molesta todo, Ángeles
- Me molesta que me repliques siempre Manuel

Era la conversación diaria, la señal de que su vida seguía el pacto no escrito de su matrimonio. Más de 40 años de estar juntos, de saberse, conocerse, amarse y no soportarse. Discutir les daba seguridad de que todo seguía su camino, su ritmo. Esas protestas eran la señal de que no podrían estar el uno sin el otro. La costumbre debe ser eso, conocerse tan bien que provocas la ira del otro para saber que sigues vivo.

Manuel quitó la escalera de la pared y se dirigió al trastero para guardarla.

- Ángeles, el próximo día arreglaré la bombilla, ahora no veo nada

Ella esta vez optó por callar y morder la manzana que cogió de la cocina mientras veía a su marido guardar la escalera, apareció un amago de sonrisa burlona en su boca. En definitiva, era lo que ella quería, que no se pusiese a arreglar la bombilla en ese preciso instante en que tenía que venir su hijo. “Tiene la maldita manía de hacer cosas en el momento menos oportuno”.

Hacía tiempo que Joaquín no pasaba por casa. Debía ser algo importante para que su hijo les hiciera una visita. Lo estaba pensando entre mordisco y mordisco. Que diferencia entre los hijos y las personas en que se convierten cuando salen de la influencia familiar para crear su propio universo. Joaquín tan amoroso, tan tierno con ella, siempre un beso, un abrazo, dispuesto para agradarla.

Ahora ya no era el mismo, la vida, el trabajo. No sabía porqué pero la alegría de su hijo se había perdido. No era quien para juzgarle y tampoco podía ayudar, era su vida. ¡Que injusto es el paso del tiempo! Los roles se modifican y los caminos que tu iniciaste, ya no te pertenecen.

Mientras sus pensamientos derivaban por los derroteros filiales, los de Manuel estaban puestos en Ángeles. La miraba de reojo mientras comía. Sabia que la quería pero le costaba reconocer a la mujer que conoció hace tanto tiempo ¿Cuánto? Ya no se acordaba.

En algún momento debería contar lo que ocurría con su mente. Las lagunas que le sorprendían, los recuerdos salteados. El encontrarse en una habitación desorientado, asustado y haciéndose la misma pregunta “¿Qué demonios hago aquí?

La mayoría de las broncas con su mujer eran debidas a lo que ella llamaba “despistes”. Manuel estaba preocupado pero, como todo, si no hablas de lo que te preocupa es como si no existiera. Así intentaba pasar los días ocultando lo que cualquier día sería imprevisible.

El timbre suena en la casa. Ángeles se levanta con dificultad de la silla. La edad, esa cruel carrera que no se inicia de manera voluntaria y que siempre te gana irremediablemente, dejando atrás un cuerpo cada vez más ajado y achacoso. Son 70 años los que tiene Ángeles, 72 los de Manuel. Demasiados años y una experiencia que ha sido la misma para otros muchos antes que ellos.

Al abrir la puerta, Ángeles se encontró con la mirada fría de Joaquín “Debe ser serio, ese vacío que trae consigo no es buena señal”

- Hola mamá- entró evitando sus ojos, dándola un beso en la mejilla como simple procedimiento aprendido.

- Hola hijo, ¿qué tal…

La pregunta quedó en el aire. Su hijo estaba ya en el salón hablando con su padre, preguntándole pero mostrando su intención de no escuchar.

- ¿A que has venido? - La madre había hecho la pregunta y no creía lo que acababa de decir. Pero no aguantaba esa actitud, ni siquiera de ese hijo tan querido.

Joaquín endureció más su mirada, lo que significaba que, efectivamente venía a pedirles algo, a contarles quizá lo que sabía no iba a tener su aprobación.

Tenía 40 años, casado, con tres hijos. Un trabajo importante en una multinacional una vida cuidadosamente tejida y preciosamente decorada. Una vida, en definitiva, vacía. No tenía tiempo para disfrutar de su tiempo ni de su familia en la que era ya un extraño. Ni siquiera disfrutaba de su trabajo, el que le llenaba todas las horas.

Se sentía acorralado, lo único que le apetecía era parar y gritar. Gritarle al mundo, gritarse a si mismo el porque ha tirado todos esos años por la borda, por creerse las verdades que le plantearon. La culpa era de esos dos ancianos, ellos fueron los que pusieron la primera piedra de su desdicha.

Un momento. ¿Qué estaba diciendo? Era él el culpable de todo lo que le ocurría, pero su rabia cegaba la verdad. No era momento de lastimarse si no de lastimar. Era lo que su ego le pedía en esos instantes…

Que jodidas eran las crisis, sobretodo para los que están alrededor. Si, porque hagan lo que hagan, siempre será incorrecto.

Manuel miraba los ojos perdidos de su hijo y se dio cuenta de la persona desconocida en que se había convertido, incluso para si mismo. Se decidió a decir lo que pensaba en ese momento, sin esperar a que les contara nada de lo que había venido a decir.

- No debes preocuparte hijo. Tu decisión es a todas luces incorrecta, pero tarde o temprano tu equivocación te llevará al camino correcto. Todos hemos tenido esa encrucijada.

Joaquín vio la limpieza de la mirada de su padre y entonces comprendió que lo que había venido a decir no era importante. Es más, ya no sabía lo que iba a decir. Llegó a la conclusión de que lo que necesitaba era la tranquilidad de ese lugar para colocar todo en su sitio.

Se daba cuenta de que su vida estaba totalmente equivocada, pero que el camino seguía ahí, tenía tiempo de reaccionar.

Una sonrisa se dibujó en su cara, una sonrisa que se convirtió en risa calmada, agradable por que en ese momento su madre se acercaba con el chocolate.

“Eso es Ángeles, el chocolate es la unión de esta familia –pensaba Manuel-. Cualquier problema se derrite dentro de la taza, es su teoría, todo se ve de diferente color después de tomar un buen chocolate caliente. Es una mujer fuerte, decidida, maravillosa pero desarma con su sencillez, con su mundo particular donde todo es posible y del que siempre nos hace partícipe. Definitivamente sigo queriéndola…”

Ángeles vio entrar en casa a un extraño pero descubrió a su hijo sentado en el sofá del salón, sonriéndola.

El hijo no contó nada de lo que iba a decir, ya no tenia sentido, y se descubrió emocionado por escuchar a sus padres.

El sol iba declinando sus rayos en la tarde en que la vida gris, sin sentido, perfecta y decorada comenzaba a tener el color que siempre debió tener.

Agosto de 2005