A Jacobo
A Felicidad, a Juana, a Gabriel
Hay seres queridos
que se van
dejando olvidada su maleta,
con pasos cortos,
ininterrumpidos,
van despidiéndose.
A veces impresiona el portazo,
nos sobresalta la ausencia,
abrimos una y otra vez la puerta
intentando comprender.
En ocasiones nos sorprendemos
ayudando a la marcha,
escuchando su trámite
acompañando su tiempo.
Cuando te quieres dar cuenta
te encuentras un poco más solo
se acumulan las preguntas
las palabras en la boca.
Se fue un ser querido silencioso
estoico, severo, decente
que escondía vidas y verdades
para mostrar lo que quería enseñar.
Fue precavido y práctico
hasta para irse.
Zamorano recio al que nunca
se le escapó un te quiero.
Una caricia esquiva
múltiples besos en la mejilla,
beso de abuelo,
no hace falta más.
Se fue el defensor
de que el trabajo bien hecho
debía hacerse ya
el dueño de la máxima
“lo bueno tiene que ser”
Se abandonó en el regazo
de la muerte
salieron juntos por la puerta.
Recordaré su mirada pícara,
sus bromas, lo no dicho
Me queda aquí dentro
su maleta
llena de él, de nosotros.
Abuelo
descansa en paz
Allá donde hayas decidido ir
NOTA DE LA AUTORA: Este es un poema creado por Avellaneda, por mí, su autora. No me importa compartirlo porque la creación es universal pero si lo vas a utilizar, por favor, cita la fuente porque la autoría SI que es única. Muchas gracias