8 de octubre de 2012

Crepúsculos matutinos (III)



Alargada la madrugadora sombra
Lánguida y sutil esencia de uno
Brujuleando despierta hacia delante
Oteando que no haya piedra insalvable
Rayando el suelo con la suavidad de la certeza
Arrastrando sin piedad su insumiso cuerpo
Decálogo de lo que nunca se debe hacer
Arropado aún por el tibio sueño
Saludando al día que, a pesar de todo, ha vuelto.
Arrastra sus cuentos inventados y reales
Mostrando una terca e inútil resolución
A pesar de si mismo se empeña
Negando sus huellas demasiado hundidas
En el devenir de las opciones irreversibles
Cercado por sus propios sueños en coma
Estipulando un nuevo chantaje de sus opciones
Reptando por sus rencores para poder pisarlos
Empeñado en surcarlos, iluminarlos
Sin ninguna piedad conocida
Y esconderlos tras esa línea irreal y diaria.
Apuesta su energía del día, toda
La opción de rojo y par, segura
Bravuconada de la que se arrepiente, se recrimina
Arriesga la rutina por una posibilidad de emoción
Sabe que, aun agotada, ganará siempre.


1 comentario:

Avellaneda dijo...

Raindrop me sugirió que el acróstico de Ocaso publicado hace unas semanas podría tener una respuesta de acróstico de amaneceres y, le hice caso! :)